Pulsa «Intro» para saltar al contenido

El Chamán de Guadalcázar

Luis García, Corresponsal Viajero
Tres jinetes se apearon frente al zaguán de la posada, al tañir de la campana.
Don Antonio sacó la tranca y les abrió.
– Buenos días. Les dijo.
– Pasen, el café ya está hirviendo en la olla. En el canasto hay pan caliente y en la jarra hay mezcal del que hace gorgoritos. Déjenme los caballos, ahorita se los atiendo.
– Gracias señor. Dijeron los pasajeros y se fueron sobre el café y el mezcal “salta pa trás” –que por cierto les supo a gloria por lo cansado del viaje–.
Don Antonio desensillaba las bestias. El rastrojo con alfalfa y maíz revueltos, les caían como al oso la miel, como al gato el bofe, y al chivo las hojas del chaparro prieto y huizache.
En la cocina de adobe con techo de palma se oían chillar las cazuelas, con los olores del humo de la leña de mezquite, el chorizo con huevo y la cecina.
Las tortillas de puro maíz apenas se inflaban y volaban al colote de carrizo.
Volvió Don Antonio y les dijo, “pásenle a la cocina a almorzar”.
Ya entonados con el mezcal, empezaron a comer.
Apenas liaban sus cigarrillos de hoja, cuando entró una linda joven que dijo, “ya está el agua hirviendo, los tres catres con sábanas y las mantas limpias; pasen a descansar de su viaje”.
Don Antonio preguntó: ¿Qué los trae por estos lares?
Don Chava Torre Blanca contestó, “Estando en el gabacho oímos hablar de un indio avecindado aquí en Guadalcázar, que levanta enfermos graves y sana en una cueva de minería en las alturas de la sierra. Cura natural, con agua y por imposición de manos. (Marcos 16:18, “sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán”).
Don Antonio aguzó sus sentidos y dijo, “Soy nacido y criado aquí en Guadalcázar. Yo he conocido a gente muy virtuosa, dígame el nombre y el apelativo de quien buscan y yo les daré razón, si vive o ya se fue de aquí.
Don Antonio a la vez pensaba, “estos hombres se ven muy sanos no les veo cara de enfermos”…
Continuará…

Los comentarios están cerrados.