Por Rubén Salazar.- Me gusta estar aquí. Se respira de otra forma. Tierra de hombres y mujeres de bien, personajes y personalidades. Cerritos es un buen lugar para vivir. Da gusto pasearse por sus calles, disfrutar la sombra de los árboles de su plaza, en ese declive que se convierte en escenario, en pase, en romance.
Llegué justo a tiempo para las fiestas de San Juan Bautista, para ver a todos los artistas y platicar con los paisanos que nos visitan del otro lado, que nos traen experiencias y ganas de convivir en la cabecera y en las 50 localidades. Según el INEGI hay casi 15 mil habitantes, pero pocas veces se reúnen tantas, y estas fiestas son un buen pretexto.
Hace mucho tiempo hubo tribus guachichiles, guamares, macolíes, cascanes, guaxabanes y copuces. Hasta dicen que en Derramaderos hubo un asentamiento huasteco. Hoy hay familias.
Hace poco leí que Cerritos perteneció a Guadalcázar durante todo el virreinato. Cuando la Nueva España se transformó en México, más precisamente en 1826, Cerritos llegó a ser Municipio. Y fue en 1830 cuando el Congreso del estado decretó que Cerritos se integraría de los terrenos de Cerritos mismo, además de las haciendas de Derramaderos y San Cristóbal, con las congregaciones y ranchos del Rincón de Turrubiartes, San Pedro de los Hernández y Cerrito Blanco. Y en 1859 le agregaron a nuestro municipio algunos poblados, haciendas y rancherías pertenecientes a Guadalcázar, Armadillo y La Carbonera.
Este día me lo pasé en la estación, con unas gorditas, un refresco y mucha nostalgia. Desde 1888 que se inauguró el ferrocarril México-Tampico cuántas historias no estarán en las vías, en el enorme tinaco, en el trazo tan irregular del camino. Cuántas despedidas. La alegría de los que ven llegar a quien tanto han esperado. Una señora muy amable me compartió una historia de fantasmas que pronto les platicaré.
Calor, pero rico. En los documentos oficiales del INEGI dicen que hay dos tipos de climas en Cerritos: seco-semicálido y semiseco-semicálido. Sabrá Dios, hace sudar y hace que se antoje más un agua fresca.
Tanto que leer, tantas personas a las cuales conocer: de los personajes, Marcos Vives, Enrique Almazán, Rafael Nieto Compeán, Antonio Rocha Cordero… de las personas, las que andan en las calles, las que han construido Cerritos, las que se saben historias y leyendas.
Mañana iré a San Diego, dicen que hay muchas historias padres por allá….
Niños y niñas se asoman desde la centenaria escuela primaria Marcos Vives. Esperan su lonche. Es la hora del recreo y todos brincan, juegan, gritan. La fila de personas afuera del cajero se alegra un poco, bajo el sol mañanero. Hora del desayuno, del café.
Vives, Nieto, Othón… Nombres que a veces se recitan pero que podrían ser algo más que apellidos. Es sabroso leer en la plaza, con un agua de sabor, en la sombra.
Cuenta Rafael Montejano y Aguiñaga que Marcos Vives, jefe político del partido de Cerritos, inició la transformación del templo de este lugar, junto con el sacerdote Alfonso Reyes Cibrián.
Construyeron los cruceros y repusieron las viejas imágenes con otras de lienzo y de vela. El 24 de junio de 1889 vino el obispo poeta Ignacio Montes de Oca y Obregón a bendecir la imagen del Señor del Amparo.
La respuesta popular, obviamente, fue grandiosa, y en septiembre de ese mismo año Montes de Oca elevó a parroquia el viejo vicariato y nombró párroco a Reyes Cibrián.
Él bautizó ese octubre al hijo de Pascual Nieto y Juana Compeán, quien llegaría a ser alguien que transformó la política y propuso cambios que no se quedaron en lo local sino que son reconocidos a nivel nacional: Don Rafael Nieto.
“Fue una buena mancuerna”, dice el padre Montejano.
Vives y Reyes cuidaron, alimentaron e hicieron progresar a Cerritos. Vives promovió el tranvía, con su amigo el gobernador Carlos Díez Gutiérrez. En mayo de 1890 se le autorizó la construcción de un tren urbano y suburbano.
En ese tiempo había menos de 25 mil personas en todo Cerritos; Marcos Vives murió en Tancanhuitz el 26 de diciembre de 1898. Se le montó una guardia de honor en el palacio municipal.
Cuentan de Manuel José Othón, el gran poeta potosino, que fue juez en Cerritos durante cinco años.
Paseaba por las afueras de la ciudad, platicaba de literatura, les recitaba a sus acompañantes y se acordaba del éxito de su obra “Después de la muerte” con voz ahogada por los sollozos. “Las horas huían veloces con tan amena plática…”
Además del “Cerrito de la Cruz”, ¿Dónde anduvo Othón cuando fue juez? ¿Qué hizo, con quién platicó, de quién se enamoró? A ver si alguien nos cuenta…
Qué hermosa cruz, tallada en cantera. La filigrana de piedra es genial para entrar a la ciudad, por arriba, por abajo, con sol o con luna, como la que anoche brilló en la plaza.
Hace casi 20 años se acabó el ferrocarril, inaugurado en 1890. Tan bonito que era el camino a Tampico, las vendimias de todo tipo de sabores, la música en las vías, el olor a mar. Fue en 1996 cuando se redujeron las corridas a tres días a la semana (lunes, miércoles y viernes) y en diciembre de ese año de plano se suspendieron.
Cohetes, Himno Nacional, los primeros partidos de béisbol y las novenas del Club Unión. El quiosco de la plaza principal fue inaugurado con motivo del centenario de la Independencia y la comisión para construirlo la presidió nada más ni nada menos que don Rafael Nieto, autodidacta, que apareció en la escena pública local por ahí de 1912, más o menos cuando se inauguró la primera planta eléctrica en nuestro municipio. Fue también cuando se puso la primera piedra del palacio municipal. Llegaría a ser diputado y gobernador, con propuestas que innovaron la política nacional, como el voto a la mujer y la autonomía universitaria.
Era menor de edad cuando se enamoró y se casó con Ester Castillo. Escribió una obra teatral que se llamaba “El joyero” y en 1908 fue electo síndico municipal. Participaba en actividades públicas tanto de tipo político como de tipo cultural, ya que en ese tiempo estaban muy de moda las tertulias literarias, donde los asistentes compartían obras propias y ajenas, y así se pasaba el tiempo muy a gusto. Claro que esto fue antes del Internet, de los celulares, de la música a todo volumen.
Donato Rodríguez cuenta que cuando estalló la Revolución él fue propagandista gratuito en Cerritos, junto con Cosme Dávila, Lamberto Rocha, Bonifacio Compeán Jr., Erasmo J. Compeán y otros “incansables luchadores en pro de la libertad y la justicia social”. En las batallas que hubo en el municipio destacaron Los Hermanos Cedillo, Florencio de Ávila y su hijo Adalberto, de quien el padre Montejano cuenta lo sanguinarios que eran.
“El ambiente de zozobra en Cerritos no era para menos. Se estaba en pie de guerra, expuestos a las amenazas y represalias de todas las fracciones en contienda…”
Y así con estos fragmentos de historia nos preparamos para empezar la fiesta, para ir a los terrenos de la feria a aplaudir a la soberana, a bailar un rato, a echar una bebida y decir salud por estar juntos.
Total, es un rato, y mejor si es con la familia. Ya nos ocuparemos de fantasmas y grillas, de trenes y aviones que también los ha habido.
Si tienen algo que compartir, de historia o de fantasmas, de personas o personajes, escriban a plurinominal@gmail,com; para que todos la sepan.
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