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Cerriles 431

Es famosa una leyenda en los grupos donde se tratan las adicciones, de un hombre que se emborrachaba una vez al año.
De ello presumía los 364 días, así que derrochaba en vino y comida durante cada celebración a la que asistían decenas de invitados en su cumpleaños.
Así pasó el tiempo, hasta que despertó un día sin saber siquiera cómo había dado muerte a su esposa.

Famosas las fiestas celebradas en localidades como Tepozán y Matorral, que año con año se llevan a cabo.
Sin embargo la moneda tiene dos caras y ahora resulta que las celebraciones terminan en tragedias.
Ya en una ocasión, un muchacho tuvo un fatal accidente a un costado de la estación cuando se dirigía a uno de esos eventos.
Ahora, un niño murió al venir de esos rumbos y fue arrollado por auto fantasma que le ocasionó una muerte cerebral inmediata. Finalmente falleció este fin de semana.
Integrantes de una familia que se dirigían al Matorral también perecieron en carreteras federales.
En los casos citados, debe ser la opinión pública quien determine el grado de responsabilidad por esas festividades, puesto que nos hemos ido a los extremos, pero los festejos se opacan también con accidentes, robos de autos, pleitos, escándalos y hasta persecuciones que culminan en la cabecera municipal.
El problema no es con los organizadores en sí. Pero se debe analizar si la ciudadanía no toma en cuenta las consecuencias de ingerir en exceso bebidas alcohólicas, tanto como si al comité no le interesa vender cerveza a quienes no tienen la edad para ello con tal de hacerse de dinero extra.
¿O acaso será que el Estado no cuenta con la suficiente autoridad para ejercer las medidas de coerción adecuadas e imponer orden?
¿Qué requisitos se necesitan al expedir un permiso para un evento de tal magnitud?
Se trata de un acto privado que tal vez no cumple con las expectativas en relación de seguridad, pero, ¿Por qué no se implementaron operativos anti alcohol, al menos para disminuir los múltiples accidentes registrados ese día?
¿Pagan impuestos sobre la cantidad recaudada que ha llegado casi al medio millón de pesos? ¿Dónde se guarda ese dinero? ¿Sale del país, o cómo se ingresa? ¿Se cuenta con los debidos permisos de Gobernación? ¿En realidad se da trabajo a los cerritenses en ese evento, o se lo llevan gente de otros lugares ajenos a Cerritos?
Ya se había mencionado un asunto, donde ciertos organizadores corrieron a respetables fotógrafos cerritenses, porque creían que con ese jaripeo ganaban cifras extraordinarias al vender videos y se les pidió una cuota. Como no se cumplió decidieron dar la oportunidad a gente de otros sitios, que se ignora si están al corriente con las disposiciones de la SHCP.
Es interesante notar que parte de la organización, está encabezada por personas que radican en la Unión Americana, dónde no se permitirían eventos con tales características, puesto que allá en Estados Unidos, ni siquiera se permite tener la música a cierto grado de volumen, en otras palabras, “vienen a hacer su fiesta aquí”, pero a su modo, violentando las disposiciones citadas en los ordenamientos mexicanos, cuando deberían esos actos ser ejemplo de cómo llevar a cabo esas acciones de conducta que tanto se presumen en países del primer mundo.
¿Existe un tope en el horario para terminar el baile?
¿Es el jaripeo baile, un suceso familiar, o para gente adulta?
Efectivamente, es mucha la gente que acude a tales “jaripeos”, pero es más la que requiere de cierta tranquilidad y a estas alturas, por los casos citados al inicio de esta editorial, para algunos las fechas son sinónimo de tragedia.
Y ahora, resulta que a pocos meses del hallazgo de narco fosas en Cerritos, en uno de esos eventos un grupo se dio el lujo de incitar al consumo de drogas, en este caso la marihuana, situación que claro, nada tiene que ver con la organización, pero el contenido del tema fue directo ante miles de asistentes que aun lo traen en el inconsciente, algunos menores de edad.
Con lo anterior los niños perciben que el tema de las drogas se trata de algo “normal”.
¿Merece este tema pasar desapercibido?
Sobre lo recaudado en tales eventos, nadie explica si se ha utilizado en beneficio de la sociedad en general, o si el efectivo sirve únicamente para “hacer cada año más grande el alboroto”…

Ud. tiene la última opinión.

Al conocer la propuesta de que sería bueno que la organización del Jaripeo otorgara una indemnización a la humilde familia del niñito que murió arrollado luego de haber asistido a ese evento, una mujer vecina de Tepozán de nombre Vene Ávila expresó, “pues ni que los organizadores habieran obligado al niño a ir”…

Nos seguimos leyendo…

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