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Patrullas espirituales:

  • ¿Salvación o violación de derechos?

MARCO SERNA.- El martes pasado, Raúl, conocido como «El Bolita», fue trasladado a un anexo en la capital del estado para tratar sus problemas de adicción. La policía municipal lo llevó a las oficinas de seguridad pública, donde lo esperaban representantes de un anexo. Se espera que permanezca allí, en espera de su rehabilitación física y mental.

Este caso ha generado debate sobre las prácticas de las llamadas «patrullas espirituales» y los centros de rehabilitación. Expertos advierten que cualquier intervención de este tipo debe contar con el permiso expreso de los familiares para evitar problemas legales, ya que algunas personas podrían denunciar estas acciones como “secuestros” o “levantones”, lo que podría tener graves consecuencias para los líderes de los anexos.

El tema ha cobrado relevancia tras la viralización de un video en otra ciudad, donde se observa cómo un hombre en situación de calle fue «raptado» por una Patrulla Espiritual para llevarlo a un centro de rehabilitación. El individuo, identificado como Óscar Obed Parra, de 37 años y originario de Puebla, llevaba aproximadamente siete años viviendo en las calles de Tijuana.

En el video, se ve a Parra siendo abordado mientras compraba un refresco. A pesar de sus protestas, argumentando que estaba trabajando y señalando su vestimenta como prueba, fue llevado por miembros de la patrulla, quienes justificaron sus acciones como una intervención en nombre de Dios para brindarle ayuda.

Este incidente ha generado reacciones divididas en la opinión pública. Algunos apoyan estas intervenciones como una forma de ayudar a personas con problemas de adicción, mientras que otros las consideran violaciones a los derechos individuales.

En contraste con el caso de Tijuana, la situación de «El Bolita» en Cerritos parece contar con la aprobación de sus familiares desde el inicio. Esto subraya la importancia del consentimiento familiar en estos procesos de intervención y rehabilitación.

Así las cosas, los familiares de «El Bolita» deberán proporcionar víveres durante su estancia en el anexo, con la esperanza de que pueda recuperarse y reintegrarse a la sociedad.

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