- La camioneta calcinada que encendió la mecha de la indignación social
MARCO SERNA.- En Cerritos, una serie de incidentes protagonizados por un joven conocido como «El Bolita» ha generado una creciente preocupación entre los habitantes. Raúl González Osorio, de 28 años, se ha convertido en el centro de un complejo dilema social y legal que pone a prueba los límites de la justicia.
El viernes 5 de julio, González Osorio protagonizó un incidente que sacudió a la comunidad. Tras un intento fallido de incendiar la casa de sus abuelos en la calle Framboyanes, dirigió su atención a una camioneta Caravan color gris estacionada en las cercanías. En cuestión de minutos, el vehículo, propiedad de Jorge, un joven de 29 años, quedó reducido a fierros oxidados y cenizas.
La Guardia Civil Estatal, respondiendo a una alerta del Sistema de Emergencias 911, logró detener a González Osorio, sin embargo, tras cumplir horas de arresto, y ante la falta de una denuncia formal, salió en libertad.
Los vecinos de la colonia Aurora han denunciado repetidamente el comportamiento errante y potencialmente peligroso de González Osorio. Sus acciones van desde el vandalismo hasta el exhibicionismo, incluso frente a menores y mujeres. No obstante, la ausencia de denuncias formales y la aparente condición mental del individuo han impedido que las autoridades tomen medidas más contundentes. Mientras que la condición de González Osorio lo ha eximido de acciones penales, la comunidad se encuentra en un estado de vulnerabilidad constante.
La situación se complica aún más por el entorno familiar de «El Bolita». Sus abuelos, quienes están a cargo de él, se encuentran sobrepasados por la situación al ser personas enfermas mayores de edad. La falta de recursos para internarlo en un centro especializado agudizan el problema.
El domingo 7 de julio, apenas dos días después del incidente con la camioneta, González Osorio intentó hacer de las suyas. Esto desató una oleada de indignación en redes sociales. Ciudadanos como Cristy Chavira Báez cuestionaron la prioridad que se da a otros problemas comunitarios sobre la amenaza que representa «El Bolita». El lunes 8 de julio, la situación escaló nuevamente. Anyz Castillo Silva reportó haber visto a González Osorio merodeando vehículos y manipulando combustible, en un inquietante eco del incidente del viernes.
La impotencia de la comunidad se refleja en testimonios como el de Yadira Tovar, quien relató cómo anteriormente la policía desestimó una denuncia de robo contra González Osorio con un simple «hay… la Bolita», evidenciando la normalización de su comportamiento delictivo.
El ciclo de detención y liberación parece interminable. Tras su última liberación, «El Bolita» fue nuevamente arrestado por exhibicionismo en la zona centro, solo para ser liberado poco después.
Cerritos se encuentra atrapado entre el temor a una posible tragedia y la frustración ante la aparente inacción de las autoridades. Mientras tanto, la historia de Raúl González Osorio, «El Bolita», sigue siendo un enigma. Algunos vecinos especulan sobre un posible historial de adicciones que podría haber exacerbado su condición mental, aunque los detalles de su pasado permanecen en la sombra.
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