La reciente publicación que atribuye al gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, una declaración sobre la continuidad de los apoyos sociales independientemente del resultado electoral ha encendido el debate. Aunque la promesa suena ideal, la realidad política en México muestra que los gobiernos suelen dar preferencia a sus fracciones políticas. Los cambios de administración frecuentemente resultan en la redistribución de recursos y beneficios hacia los simpatizantes del partido en poder, dejando de lado a las comunidades opositoras.
MARCO SERNA.- La reciente publicación compartida en redes sociales, especialmente entre miembros de un grupo de oposición al actual gobierno, ha generado debate. En esta publicación, se atribuye al gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, una declaración que dice: «No importa quién gane, los apoyos nadie se los quitará, no se dejen engañar». Este mensaje, presuntamente emitido desde la página “Noticiero Rioverde Informativo”, en el contexto de las elecciones de 2024, asegura que los apoyos sociales continuarán sin importar el resultado electoral.
En la declaración, Gallardo supuestamente comenta que los apoyos sociales, como despensas, becas para estudiantes y ayudas a adultos mayores, no pertenecen al gobierno municipal, sino que son gestionados por el gobierno estatal y federal en conjunto con la SEDESORE. Así, el gobernador invita a la población a no dejarse intimidar por amenazas de que perderán estos beneficios si no votan por cierto candidato.
La idea de gobernar para todos es fundamental en una democracia sana. Sin embargo, vivimos en una era donde la manipulación de información es común, y las herramientas para alterar fotos, videos y textos están al alcance de cualquiera. La falta de fuentes oficiales que respalden las declaraciones atribuidas a Gallardo desde tal página, cuyos administradores trabajan desde el anonimato para evitarse problemas legales, despierta sospechas sobre la veracidad de la información. Sobre tal nota, no hay fecha, lugar ni hora para probar que el mandatario estatal haya dicho lo que se indica. Tampoco hay ningún otro medio que haya estado presente para señalar lo mismo.
Es cierto que un buen gobierno debe garantizar que los apoyos lleguen a todos los ciudadanos sin importar su afiliación política. No obstante, en la práctica, esta promesa es difícil de cumplir. Los gobiernos locales a menudo enfrentan desafíos significativos cuando un partido diferente llega al poder. En Cerritos, por ejemplo, los cambios de administración han traído consigo problemas laborales, con empleados que recurren a demandas al ser despedidos. Los conflictos laborales dejan a los municipios con deudas significativas, como sucedió durante administraciones pasadas encabezadas por el PAN, que dejaron a Cerritos con millonarios laudos laborales que pagar.
Además, los nuevos gobiernos suelen desatender las obras iniciadas por sus predecesores, lo que resulta en desperdicio de recursos y proyectos inconclusos. Esta falta de continuidad es un problema recurrente que impide el desarrollo sostenido de la infraestructura local.
Otro problema es la costumbre de pintar los edificios públicos con los colores del partido en el poder, una práctica costosa y simbólicamente divisiva. Pero la asignación de recursos también refleja la influencia política, donde municipios gobernados por partidos de oposición reciben menos apoyo estatal y federal.
En Cerritos, la situación siempre se complica aún más cuando el partido local difiere del estatal y federal. Los recursos asignados a estos municipios son notablemente menores en comparación con aquellos que comparten la misma filiación política. Este favoritismo se refleja en la distribución de fondos y la ejecución de proyectos, donde las administraciones locales luchan por mantener servicios básicos y realizar mejoras significativas.
La historia reciente de Cerritos ilustra bien estos desafíos. Las administraciones panistas de Florencio González Alejos (1997-2000), Alfredo Sánchez Azúa (2000-2003) y Aurelia Orozco (2004-2006) lograron avances significativos gracias a la alineación política con el gobierno federal y estatal. En resumen, con el PAN hubo continuidad y la novedad de un nuevo partido, pero todo se corrompe, y acabaron perdiendo con la llegada del priísta Salvador Martínez Sifuentes (2006-2009).
La gente, cansada de las inconsistencias y abusos de los panistas, vio en “Chavita” un proyecto renovado. Sin embargo, Martínez Sifuentes no pudo hacer mucho con un gobierno estatal del PAN, a cargo de Marcelo de los Santos, y un gobierno federal de Felipe Calderón, sumado a un enfrentamiento con gente del mismo partido, que ya daba muestras del declive municipal, pues esa sería la última victoria del tricolor hasta ahora.
La administración de Erasmo Galván Nieto (2009-2012) del Partido del Trabajo, también enfrentó dificultades significativas, incluyendo conflictos laborales y la falta de apoyo de un gobierno estatal y federal controlado por el PRI y el PAN, respectivamente. A pesar de estos desafíos, Galván logró algunos avances gracias a la colaboración con congresistas de izquierda.
Luego regresó el PAN con las administraciones de Dulce María Montes Zúñiga y Alfredo Sauceda Loredo (2012-2018), ambos del PAN. Una izquierda y un PRI dividido no pudieron retomar el poder, pero ahora los panistas continuaron enfrentando problemas de recursos limitados debido a la falta de alineación política con el gobierno estatal de Fernando Toranzo Fernández y el federal de Enrique Peña Nieto, ambos del PRI. Los recursos disponibles para obras y servicios fueron insuficientes, resultando en un desarrollo limitado.
Con la llegada de Lety Vázquez en 2018, bajo el Partido Verde, se esperaba un cambio. Sin embargo, la relación tensa con el gobernador Juan Manuel Carreras López del PRI, complicó el inicio de la administración a pesar de que se hablaba de acuerdos. La pandemia también jugó un papel significativo en las limitaciones presupuestarias, pero Vázquez logró mejorar las finanzas municipales y sentar las bases para un desarrollo más sostenible.
El gobernador Ricardo Gallardo (2021 a la fecha), conocido por su apoyo a los grupos más necesitados, ha sido visto como un aliado importante para Cerritos. A Gallardo le quisieron inventar delitos, lo metieron preso, y estando en la cárcel el camino para Juan Manuel Carreras López fue más fácil, pues de ese modo se quitó a un rival fuerte. Pero los dinosaurios no contaban con que en 2021, Gallardo arrasaría con ese PRIAN, gracias al apoyo popular y al empuje de Andrés Manuel López Obrador.
La gente de San Luis Potosí se dio cuenta que en Morena, la política y candidatura de la doctora Mónica Rangel solo era una maniobra, pues fue una clara imposición del PRI. La sociedad confió más en Gallardo, quien no pudo conseguir la candidatura desde Morena, pero sí con el Verde y aliado a la Cuarta Transformación.
Con la reelección de Lety Vázquez en 2021, la administración actual de Cerritos ha recibido beneficios como hacía mucho no se miraba, pero de cara a las elecciones del 2 de junio nada está escrito. La continuidad de los proyectos y el apoyo estatal dependerán en gran medida de los resultados de las próximas elecciones y de la capacidad del nuevo gobierno local para gestionar recursos y alianzas políticas. Cabe destacar que el proyecto de Lety Vázquez, que comenzó desde cero al abandonar el tricolor, ha atraído a algunos expriístas que han sabido implementar una política renovada, obteniendo resultados positivos. Hasta la fecha, han sumado a personas de diferentes corrientes, incluyendo jóvenes y miembros de distintos partidos. Además, han establecido una colaboración con Morena y Partido del Trabajo, respaldando el proyecto de Claudia Sheinbaum Pardo, quien siempre ha liderado las preferencias ante un México que puede dividirse entre la clase marginada y los que siempre han tenido privilegios.
Las promesas de imparcialidad y apoyo universal son, sin duda, loables y deberían ser la norma en una democracia saludable. Sin embargo, la realidad política y las luchas por el poder a menudo complican la implementación de estos ideales. El cambio de gobierno, del Verde al PRIAN, puede traer consigo nuevos desafíos y la necesidad de «empezar de cero» en términos de proyectos y recursos, al menos en Cerritos, dado que el estado tendrá un gobierno verde y al parecer, un México guinda.
Para evaluar la verdadera imparcialidad en la distribución de apoyos, basta con preguntar a los habitantes de cada comunidad en Cerritos si reciben el mismo trato bajo diferentes administraciones municipales. La respuesta, lamentablemente, es que las diferencias son notables. Las promesas políticas pueden sonar bien en teoría, pero la práctica muestra que la realidad es a menudo más compleja y menos equitativa.
El futuro de Cerritos y su desarrollo sostenible dependerá de la capacidad de sus líderes para trabajar más allá de las divisiones partidistas y centrarse en el bienestar de todos los ciudadanos. Las lecciones del pasado deben servir como guía para evitar los errores anteriores y asegurar que los recursos se utilicen de manera justa y efectiva.
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