La dicotomía entre el comercio establecido y el informal en Cerritos es un reflejo de la tensión entre tradición y modernización. Por un lado, la resistencia a grandes cadenas como Bodega Aurrerá surge del temor a perder el control sobre el mercado local y la identidad comercial del municipio. Por otro lado, la bienvenida a la competencia sugiere una apertura hacia opciones diversas para los consumidores y una economía más dinámica. El apoyo a los pequeños comerciantes es crucial, ya que no solo fomenta la economía local, sino que también fortalece la red comunitaria. La circulación del dinero dentro de la comunidad es vital para su autosuficiencia y prosperidad. Este debate no es solo económico, sino también cultural, pues toca el corazón de lo que significa ser parte de Cerritos. La solución podría residir en un equilibrio que honre tanto a los comerciantes tradicionales como a las nuevas formas de comercio, siempre con la mira puesta en el bienestar colectivo y el desarrollo sostenible del municipio.
Por otro lado, la encrucijada crítica, entre el comercio y el turismo languidecen ante la inseguridad y es necesario el refuerzo del cuerpo policiaco. La voz de los comerciantes resuena con urgencia, clamando por un cambio estructural que no solo atienda las necesidades inmediatas de seguridad con un cuerpo policial adecuado, sino que también establezca regulaciones claras y justas para todos los actores del mercado, incluyendo a los vendedores ambulantes. La propuesta de revitalizar la identidad local a través de la conservación y promoción del patrimonio histórico y cultural es una visión prometedora. Imaginar a Cerritos como un destino que celebra su herencia —transformando la capilla de Padre Jesús en un epicentro de eventos sociales, revitalizando espacios públicos como la Rinconada y el Parque La Mezquitada, y fomentando un la paz de un hermoso Pueblo Mágico— podría ser la chispa que encienda el interés turístico y el orgullo comunitario. Sin embargo, la realización de esta visión requiere de líderes con una perspectiva a largo plazo y un compromiso genuino con su tierra y su gente, más allá de la política partidista y la ambición personal.
Y es que la situación de la seguridad pública preocupa, con solo unos diez policías disponibles para todo el municipio y una notable falta de interés en ingresar a la fuerza policial a pesar de las convocatorias con mejoras salariales y prestaciones. Este desinterés parece estar vinculado no solo a los rigurosos exámenes de control y confianza, que los aspirantes temen reprobar, sino también al creciente temor ante bandas organizadas que controlan el país. Aunque el número de incidentes relacionados con el crimen organizado ha disminuido considerablemente en el último año, los recuerdos del pasado violento, que dejaron huella en administraciones de todo color, siguen presentes y afectan la percepción de seguridad entre los posibles reclutas. El descenso en el número de policías y agentes de tránsito es preocupante, especialmente cuando los accidentes de tráfico han aumentado, resultando en muertes y lesiones graves, particularmente entre motociclistas imprudentes. Este cambio en el perfil de los riesgos que enfrenta la comunidad subraya la necesidad urgente de una policía municipal más robusta y bien equipada para abordar tanto la seguridad pública como la seguridad vial.
La percepción de inseguridad y la falta de confianza en la protección que el cuerpo policial puede ofrecer son factores críticos que deben ser abordados para incentivar la participación en las fuerzas de seguridad. El desafío para las autoridades locales es doble: deben encontrar maneras de hacer más atractiva la carrera policial, posiblemente revisando los criterios de los exámenes de control y confianza para que sean menos desalentadores, sin comprometer la integridad del proceso, y deben trabajar para mejorar la percepción de seguridad en el municipio. Esto podría incluir programas de apoyo psicológico y capacitación adicional para los policías actuales, así como campañas de concienciación y educación para la comunidad. Garantizar una fuerza policial suficiente y eficaz es esencial para mantener la tranquilidad y el orden en Cerritos, especialmente en tiempos donde la seguridad vial se ha convertido en un problema apremiante.
El temor expresado por los boleros de la plaza de Cerritos hacia la posible alcaldía de un candidato, revela una profunda desconfianza basada en experiencias pasadas. Los boleros temen que se repitan los intentos de desalojo que sufrieron comerciantes como Chuy Tortas durante su anterior mandato, lo que les perjudica. Esta inquietud se amplifica por las acusaciones de que cierta persona ha mostrado favoritismo hacia los sectores más acaudalados del municipio, mientras que los trabajadores informales y pequeños comerciantes también fueron objeto de hostigamiento. A pesar de las promesas conciliadoras y la actitud amigable que el personaje exhibe en su campaña, los habitantes recuerdan sus acciones pasadas. La preocupación de los ambulantes subraya un tema crítico en la política local: la lucha entre la retórica electoral y la realidad de la administración pública. Si bien los candidatos suelen adoptar posturas accesibles y amigables durante las campañas, es crucial evaluar sus antecedentes y las políticas que han implementado en el pasado, generalmente en favor de caciques. La comunidad de Cerritos, al enfrentarse a la posibilidad de un liderazgo que ya ha mostrado tendencias autoritarias y excluyentes, tiene razones fundadas para dudar de las promesas de inclusión y apoyo. La historia reciente del municipio pone de manifiesto la necesidad de una vigilancia constante y una exigencia firme de compromisos claros y verificables por parte de los candidatos a la alcaldía.
Nos leemos la próxima…
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